Sen. Dolores Padierna Luna: Buenos días compañeras, compañeros, muchas gracias por estar aquí en el Movimiento Nacional por la Esperanza.
México se ha convertido en un país en donde los gobiernos no tienen legitimidad y donde los grupos que nos gobiernan carecen de un rumbo claro.
Empecinados por el desarrollo de proyectos políticos y económicos que benefician sólo a unos cuantos, la mayoría de los gobernantes han llevado al país a hundirse en una crisis de institucionalidad, gobernabilidad y credibilidad que día a día se hace más grave.
Al día de hoy 15 ex gobernadores son investigados por desvío de recursos, por haber cometido actos de corrupción, por aprobar contratos y licitaciones para beneficio propio; mientras 12 más están en la antesala de dejar sus gobiernos para pasar también al banquillo de los acusados.
¿Que acaso los gobernantes no deberían de estar para garantizar el beneficio de las y los mexicanos? ? Que no se les elige hará buscar el buen vivir? La tranquilidad, la libertad y la felicidad de la población?
¿Que acaso los grupos políticos no tendrían que estar apostando al fortalecimiento de las instituciones y a recuperar la legitimidad de los órganos del Estado para combatir la corrupción?
Por supuesto que sí, pero el apostar al fortalecimiento de las instituciones conllevaría a terminar el acuerdo político de impunidad que han suscrito y que mantienen desde hace muchos años.
Este acuerdo de impunidad es el que les permite seguir lucrando con los cargos públicos y con el erario que es de todas y todos nosotros.
Sin Fiscal General, sin Fiscal Anticorrupción, sin Fiscal Electoral, sin Magistrados Anticorrupción, sin el andamiaje adecuado para operativizar el sistema nacional anticorrupción y sin interés para nombrarlos, el PRI y el Gobierno Federal han apostado al cansancio o a una negociación política de la cual al final puedan salir beneficiados.
Pero no sólo en materia electoral y de combate a la corrupción existen acuerdos políticos inconfesables.
Algo muy parecido sucede con el diseño e implementación de la estrategia de seguridad. Al finalizar este año habremos alcanzado la cifra más alta de homicidios, la más alta que se hubiera cometido en nuestro país en los últimos 25 años, y alcanzaremos también el mayor número de grupos o cárteles de la delincuencia organizada operando a lo largo y ancho del país.
La fallida estrategia de seguridad ha sido duramente criticada a nivel nacional e internacional por grupos civiles, por organizaciones sociales, por sectores de la izquierda social y política, por analistas y especialistas; muchos hemos señalado con datos duros y contundentes que la política de combate a la delincuencia ha sido un completo fracaso que sólo ha provocado un aumento increíble en los índices de criminalidad y en la fragmentación de los grupos delictivos en innumerables células delincuenciales que se siguen disputando rutas, territorios, campos de producción y distribución de las drogas provocando el asesinato y la desaparición forzada de miles de personas año con año.
¿Pero, que acaso no le interesa al gobierno combatir a los grupos de la delincuencia organizada? ¿Que no les duele acaso el sufrimiento de tantas personas?
¿Acaso el prevenir los delitos y evitar la consumación de los mismos no debería ser la prioridad para este Gobierno?
Por supuesto que sí, estos objetivos deberían ser prioritarios para el gobierno federal y para todos los gobiernos estatales y municipales, pero a final de cuentas no lo hacen porque la dispersión de la violencia también les resulta benéfica para sus perversos intereses, y para sus negocios y hasta para desaparecer a sus opositores políticos o las voces críticas con sus prácticas deleznables.
Pero, además, se niegan a reconocer que la única forma para poder combatir efectivamente este gran problema de inseguridad y violencia es atacando las causas que facilitan la operación de estos grupos delictivos, es decir, tendrían que reconocer y trabajar para atender de manera estructural la pobreza, la marginación, la falta de oportunidades educativas, la falta de empleo y, desde luego, principalmente deberían combatir decididamente la corrupción.
Sólo generando prosperidad y desarrollo para toda la gente, solo atendiendo a los más pobres, generando más empleos en el ámbito local y regional, fortaleciendo a las policías desde una visión de seguridad humana y seguridad comunitaria, sólo invirtiendo en la restructuración del tejido social y castigando a los corruptos se podrán reducir realmente los índices de violencia en nuestro país.
La respuesta no es, ni será el uso de más policías, ni el uso y abuso de las fuerzas armadas en labores de seguridad ciudadana, ni mucho menos una ley de seguridad interior que legitime las violaciones a los derechos humanos, la verdadera respuesta la tenemos aquí,.
La verdadera respuesta para combatir a la delincuencia sólo puede construirse con estos liderazgos que están comprometidos verdaderamente con el pueblo de México, con ustedes e son los liderazgos del Movimiento Nacional de la Esperanza con sus convicciones propias, con esta vocación por construir una nueva esperanza para México, la verdadera respuesta la construimos todas y todos nosotros compañeras y compañeros, ganando la presidencia de la República para servir al país.
Pero mientras miles de personas como nosotros, se suman al Movimiento Nacional por la Esperanza y se suman a otros movimientos sociales y políticos para luchar por los principios de la izquierda, los grupos del poder fáctico se empeñan en preservar sus privilegios y en preservar en la cima del poder público a quienes les sirven cual lacayos y siervos, pues saben que ellos son manipulables y que al final del día les servirán a sus intereses.
Estos grupos ya lograron poner en Los Pinos a los últimos presidentes de la República, pero no lograron mantenerlo en el poder, pues desde hace mucho tiempo que Peña Nieto ya no gobierna este país, estos grupos del poder fáctico han logrado imponer a gobernadores y presidentes municipales, pero no han logrado transformar la realidad social que nos aqueja día a día.
Por ello, hay que demostrarle a todos estos grupos que por más poder que puedan tener y por más dinero que puedan gastar, el verdadero poder se encuentra en la gente, en el pueblo, hay que demostrarles que aunque gasten millones de pesos en querer imponer a sus candidatos somos muchos más los millones de mexicanos y mexicanas que estamos hartos de sus títeres políticos y de sus candidatos, por más que quieran hacer pasar un Frente Ciudadano como una idea innovadora en el espectro democrático, todas y todos nosotros sabemos que sólo se trata de un nuevo escenario para el mismo teatro, que sólo se trata de una maqueta más en donde los muñequitos que la habitarán serán los mismos que durante décadas les han servido fielmente y son funcionales al régimen vigente.
A todos ellos les decimos, que nosotros no les creemos, que nosotros estamos conscientes de que para cambiar este país son indispensables las alianzas y los frentes, pero no ese tipo de alianzas y frentes teatrales en donde se asientan títeres serviles, para nosotras y nosotros son indispensables los trabajos individuales, los trabajos grupales, las tareas comunitarias y la consolidación de una red de liderazgos sociales con compromisos claros y objetivos comunes, para nosotras y nosotros antes que cualquier alianza partidaria o política, se encuentra una amplia alianza social colectiva en la que todas y todos podamos participar, tomar decisiones y cambiar el rumbo de nuestro país.
En los próximos meses la sociedad se movilizará y debatirá entre las opciones de continuidad o cambio. Continuidad en el modelo económico y la política neoliberal o cambio hacia un modelo más igualitario, equitativo en favor de los intereses de las mayorías; continuidad política del presidencialismo autoritario o cambio en el régimen político para democratizar el país.
Para garantizar los derechos y las libertades y para legitimar nuestras instituciones; continuidad de la violencia, la inseguridad y la colusión entre el crimen organizado y el Estado o un cambio real para combatir a la delincuencia, para recobrar la paz y la seguridad de los ciudadanos; continuidad en el sistema de corrupción e impunidad o cambio para lograr una vida política institucional apegada a la legalidad, la transparencia y la rendición de cuentas; continuidad en la política exterior de sumisión a los intereses imperiales o cambio en las relaciones internacionales para recuperar soberanía, autonomía y proteger los intereses de México en el mundo.
En el marco de su diversidad interna nuestro movimiento, el MNE, tiene definiciones políticas e ideológicas muy claras. Nos ubicamos en la izquierda del espectro ideológico, en la filosofía del Buen Vivir que orienta nuestra propuesta política y nuestro horizonte estratégico.
Somos una fuerza política nacional importante con una base social y liderazgos representativos en gran parte del país.
Nuestra obligación política y el reto histórico es contribuir al triunfo de un proyecto de nación con claro sentido popular, democrático y soberano.
A partir de estas definiciones tomamos una decisión histórica en septiembre de este año, decidimos construir una alianza social y apoyar sin titubeos la candidatura y el proyecto que encabeza MORENA y Andrés Manuel López Obrador, no sólo porque coincidamos en una coyuntura político electoral, sino porque entre nuestro Movimiento y Morena existen amplias coincidencias ideológicas que confluyen en un nuevo modelo de Nación.
En esa ruta debemos seguir caminando compañeras y compañeros, tenemos una agenda y visiones propias que enriquecen la diversidad de la izquierda progresista, pero sabemos poner por delante las coincidencias, lo fundamental y lo estratégico, esto es, pensando no sólo en ganar la mayoría de las elecciones del próximo año, sino paralelamente a ello, consolidar un proyecto de Nación en donde la Esperanza y el Buen Vivir sean el eje rector de nuestras acciones y en donde los principios del buen vivir sean nuestra guía.
Porque la Esperanza radica en la confianza de lograr una cosa o de que se realice algo que se desea, nosotras y nosotros confiamos en su trabajo y en su compromiso y estamos convencidas de que juntas y juntos lograremos ese algo que tanto deseamos: un nuevo México con dirección y con rumbo del que hoy carece nuestro amado Mexico .
Muchas gracias.