- René Juvenal Bejarano Martínez
- Seremos un gran cúmulo de agua que siguiendo a su memoria con fuerza derribará obstáculos y encontrará su cauce. Somos una Asociación Civil en la que participamos voluntaria e individualmente personas que pertenecemos a alguna organización política o a ninguna. Nos estamos preparando organizadamente para contribuir a la unidad de las fuerzas progresistas democráticas y de izquierda.
El Movimiento Nacional por la Esperanza (MNE) es una apuesta estratégica equidistante del colaboracionismo entreguista y del sectarismo obcecado. Nos coordinamos para seguir una línea congruente con la izquierda democrática en un proceso de acumulación de fuerza.
La esperanza es la confianza en lo que no se ve y la certeza posible del buen vivir. Bajo esa premisa elegiremos dirigentes, encontraremos más líderes, formaremos nuevos cuadros, recuperaremos militantes, realizaremos gestiones sociales exitosas, promoveremos obras, canalizaremos proyectos productivos y conquistaremos espacios de representación.
Existe un desgaste y una disminución del grado de credibilidad del conjunto de la clase política, ante ello nos vincularemos más con el movimiento reivindicativo de masas para preservar y hacer crecer nuestra representatividad. El programa que abanderamos anhela justicia, la seguridad de ganar la paz, el deseo de que no haya hambre y el sueño que vivimos despiertos de un país mejor.
La energía del cambio nos mantiene activos en la convicción de que Sí hay de otra, otro mundo es posible, la fuerza de voluntad y el carácter pueden superar la adversidad y las limitaciones que nos han querido imponer.
Tenemos aplomo para resistir ataques, lealtad a causas justas, compromiso para mejorar las condiciones de vida de la gente, participamos en política para hacer historia.
Nuestra divisa es la alegría, la búsqueda de la felicidad. Ninguna traición nos amarga. Tenemos la seguridad de que terminará la larga noche de barbarie, superaremos las metas, los objetivos se cumplirán, viviremos en un ambiente sano y prenderemos la luz que les abrirá los ojos a los que padecen la ceguera del analfabetismo.
Aspiramos a una existencia feliz donde se modere la opulencia, liberemos a los cautivos de la cárcel de la ignorancia, restauremos el tejido social, florezca la actividad artística y cultural, sea real el derecho a la información y que los jeques mediáticos que controlan las televisoras y cadenas de radio no puedan seguir manipulando conciencias.
Habrá un tiempo en que la conciencia social libre impida que los mercaderes electorales trafiquen con la necesidad de la gente y no puedan comprar los votos. El sufragio libre acabará con los abusos del neoliberalismo depredador que fabrica legiones de pobres.
Los jóvenes no son únicamente el futuro, son el presente. Queremos sean becarios y no sicarios. Se les respete y valore su forma de ser y de pensar. Impulsaremos la renovación generacional para conjugar experiencia con juventud. El ímpetu juvenil debe acceder con toda su frescura e innovación a las posiciones de poder. Exijamos lo que parece imposible.
Habrá plena equidad, respeto, dignidad y poder desempeñado por mujeres y hombres. Valoraremos la diversidad, la plural forma de ser, la integridad y la prevalencia del amor. Combatiremos todo tipo de violencia hacia las mujeres, pondremos alto y exigiremos castigo para los responsables de feminicidios. Ampliar y preservar los derechos de la niñez denunciar y combatir a los pederastas y a la pornografía infantil.
Se respetarán y preservarán los derechos de la madre tierra, seremos sanos, cuidaremos nuestra salud, tendremos derechos universales para tratarnos y curarnos de enfermedades, tendremos mejor calidad de vida, corregiremos malos hábitos alimenticios, prevendremos y trataremos las adicciones destructivas.
Todos tendrán acceso a la educación pública, gratuita en todos sus niveles, laica, científica, democrática y de alta calidad. Habrá un programa permanente formador de maestros. Rescataremos al normalismo. El mejoramiento y actualización profesional del magisterio será basado en la educación como práctica de la libertad. Los mal llamados apóstoles de la enseñanza no deben ser tratados como delincuentes obligados a subir a helicópteros de la Policía Federal para ser evaluados. ¡Qué se oiga bien y fuerte! Si tanta obsesión tienen por la evaluación, que Peña Nieto se someta a la prueba de las urnas a través de un referéndum revocatorio. Que sea la gente la que evalúe y califique su desempeño.
Va todo nuestro apoyo y compromiso solidario con la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE).No a la criminalización de la protesta social.
En la nueva era toda familia tendrá una casa propia, digna y suficiente. Un hogar para convivir donde los buenos valores cívicos y morales se transmitan con el ejemplo. Que sea más grande el cariño fraternal unido a partir de la ampliación del desarrollo social con el crecimiento de los derechos universales. Nuestra próxima batalla será para que se establezca en la ley y se le asignen recursos presupuestales suficientes el derecho a todo niño o joven a partir de los diez años de una computadora portátil con acceso gratuito al internet. La sociedad digital exige el poder de la comunicación horizontal a través de la red social.
Tengo la esperanza de que se vaya la angustia de quienes sufren graves carencias, crezcan los sentimientos positivos, el lenguaje de la solidaridad se torne en práctica común, seamos generosos, tengamos espíritu comunitario, se fortalezcan los lazos de amistad, aprendamos a tratar bien a los animales, a las mascotas como seres que requieren ser queridos y respetados. En pocas palabras gozaremos mejor nuestra existencia si cuidamos el lugar donde vivimos, de nuestras relaciones y ser cada día mejores. Una forma aprendida para saber buen vivir.
Reivindicaremos más y mejores servicios urbanos modernos, funcionales, suficientes. Transporte público ágil, priorizado, no contaminante y no caro. Gratuito para estudiantes y adultos mayores. Una cultura vial que respete a los ciclistas. Más ciclovías confinadas. Nos oponemos a la privatización del espacio público disfrazada de supuestos corredores culturales y estadios que en realidad serán plazas comerciales concesionadas obscuramente a particulares ambiciosos cuyo principal objetivo es obtener jugosas ganancias por décadas.
Hacer realidad el derecho humano a la alimentación y al agua. Que el salario sea remunerador. Tiempo, espacio y recursos para la recreación, la diversión y el deporte. Que se desarrollen armónicamente todas las facultades del ser humano, se fortalezca y desarrolle en todos los ámbitos la democracia, se preserven el patriotismo y los valores esenciales de nuestra identidad nacional.
Haya una regeneración social en la que prevalezcan los valores que cohesionan, amplíen la capacidad de comunicación, se combata la corrupción y la impunidad, emerja una sociedad nueva con preceptos morales positivos y normas jurídicas plasmadas en un Constitución de la República promulgada por un Congreso Constituyente. La nueva Carta Magna significará la evolución democrática que propicie un gobierno federal legítimo, creíble, respetado, eficiente, representativo y justo. El verdadero momento de México es dejar en la obsolescencia los intentos de restauración del presidencialismo autoritario con sujeción multipartidista.
En medio de tanta gente no siga creciendo la soledad, que ella se vaya quedando sola. Nadie se sienta abandonado. Disminuyan lo más posible los suicidios que suceden insólitamente cada vez más entre jóvenes o progenitores desesperados.
Combatamos a la apatía y el desinterés. Seamos sensibles al dolor ajeno. No sea costumbre la deshumanización ante la brutalidad por la desaparición forzada de personas. Encontremos a los 43 normalistas de Ayotzinapa y a los otros miles de los cuales se ignora su destino. Las personas no pueden ser vapor de agua que disipa la temperatura. No puede ser visto como normal que algún familiar súbitamente no vuelva y se ignore su paradero.
Alimentemos la sensibilidad hacia los que tienen capacidades diferentes, para respetar a los sabios de la experiencia, los adultos mayores, para repudiar la homofobia. Nadie debe ser discriminado o atacado por su preferencia o por el género de a quien ama.
Procuremos la unidad del cuerpo social y de las organizaciones, eso nos hará grandes. La discordia, la soberbia, el egoísmo, la insidia y la ambición vulgar destruyen, envenenan el alma y al espíritu. La unidad y la armonía alcanzan colectivamente un valor superior cuando se actúa con madurez ante otros que piensan diferente pero son capaces de dialogar. Las órdenes silenciosas son las que se imparten con el ejemplo.
Construyamos un nuevo sistema político, económico y social en el cual se propicie el desarrollo triunfen los plenos derechos de los pueblos indígenas precursores originarios del modelo del buen vivir con honor y decoro. Un nuevo sistema no para administrar los males congénitos del capitalismo sino donde los ideales primigenios del marxismo cristalicen en el socialismo del Siglo XXI. Donde pongamos fin de una vez por todas el atroz bloqueo a Cuba y América toda sea nuestra patria grande. Veamos a todos los hermanos del Continente los compatriotas de esa gran unidad por la que bregó Simón Bolívar. Recuperemos el usufructo de nuestros recursos naturales energéticos y actuemos con soberanía, independencia y nacionalismo para recuperar la riqueza nacional al México diamantino a través de la revolución democrática de las conciencias.
Sea exhibido el oportunismo colaboracionista y simulador. Para ser alternativa real con vocación de poder debemos oponernos a las políticas derechistas del priísmo empanizado y el panismo tricolor. La construcción de una nueva mayoría nacional de corte progresista supone la unidad congruente de todas las fuerzas democráticas y de izquierda con un programa de transformaciones económicas orientadas al desarrollo con justicia, paz e igualdad.
Seamos capaces de jerarquizar sin desconocer nuestras contradicciones, lo que es más importante sin incurrir en el sectarismo obcecado que tanto daño nos hizo en décadas anteriores cuando se perdió la perspectiva y la izquierda de aquel entonces se combatía más a sí misma que a sus antagónicos principales. No deben volver a instaurarse las excomuniones recíprocas, las purgas o las persecuciones obsesivas que cultivan el odio en nuestro seno. Aislar al sectarismo y convencer de la necesaria unidad por que el divisionismo no es un comportamiento noble, ni congruente y si profundamente irresponsable.
Tengo la esperanza de que las izquierdas todas sean independientes del régimen y de los poderes fácticos;sean auténticas y recuperen sus prácticas unitarias. En todos los procesos electorales locales por venir en 2016 y 2017 seleccionemos a las mejores candidaturas de hombres y mujeres de la izquierda que puedan competir y posicionar más al proyecto alternativo de nación. En el proceso electoral del 2018 se precisa la construcción de un gran movimiento unitario de todas las organizaciones políticas y las personalidades verdaderamente independientes para elegir tanto en las entidades federativas como en la candidatura presidencial al hombre o mujer que más unifique y esté en mejores posibilidades de ganarle al PRI y al PAN. Sin vetos ni obstinaciones. Con generosidad y altura de miras.
Seremos parte de la energía del cambio porque seguiremos inspirándonos en el legado de Hidalgo, Morelos, Juárez, Flores Magón, Zapata, Villa y Lázaro Cárdenas así como en el de muchos y muchas otras como Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Benita Galeana héroes que ha prodigado nuestra historia. Los personajes del pasado son el ejemplo a seguir de los héroes vivos del presente y del porvenir. Aquellos que entregados en cuerpo y alma junto con la ciudadanía en movimiento asuman con todo su heroísmo la victoria del cambio verdadero.
Es nuestro momento, unidos podemos. Es por amor que se alimenta la esperanza que ilumina al horizonte que conduce al fin de la noche larga de la violencia, la perniciosa destrucción de lo humano, del imperio de la muerte.
La nueva esperanza será como una colmena producto del trabajo organizado. Laboriosidad creativa también del relevo generacional, con la misma característica de quienes se guían por ideales y principios y no sólo o únicamente por legítimas aspiraciones personales. En memoria de quienes entregaron su vida por esta justa causa tejeremos una enorme red social que ejerza el poder de la denuncia que desquebraje al silencio impuesto por nuestros opresores que aplican los métodos de la supuesta dictadura perfecta.
Con sinceridad, franqueza, análisis profundo, crítica, autocrítica y apego a la verdad hagamos a un lado la simulación, dejemos caer el disfraz de los emisarios de la mentira que reproducen por consigna de los gobernantes a través de los medios masivos de comunicación. Exhibamos la mascarada de la clase política cosmética, esa casta que adultera la realidad. Pierda el engaño, brinquemos las barreras de la falsedad.
No más sangre. No más sangre se derrame en contienda de hermanos dice nuestro Himno Nacional. Por las voces de unión y libertad. Con la tinta indeleble con la que se otorga el perdón escribamos la letra de la nueva esperanza. Se alejen las plagas del oprobio, la epidemia de la maledicencia, reivindiquemos en la práctica el legítimo derecho del pueblo de auto defenderse cívica y pacíficamente de todo aquello que lo oprime. Aturdamos a la tristeza, abrámosle cause a la sonrisa.
Seremos movimiento progresista de vanguardia como cúmulo de agua derramándose, desplazando obstáculos, siguiendo su memoria encontrando su cauce para superar la dispersión y la confusión.
La ciencia de la paciencia prohija la tenacidad, templa la disciplina serena y combativa. Tiempo propicio es para seguir sembrando pero también de cosechar. Está prohibido abandonar banderas, perder la fe y caer en el hondo vacío negro del abandono y la autodestrucción.
Tengo la esperanza, la vislumbro en la clara mirada de la gente de volver a creer, en la búsqueda del sendero donde las ilusiones se concreten. Tengo la esperanza de que ustedes no perderán la esperanza. Nuestros adversarios los sembradores de abuso, el miedo y el rencor quieren hundirnos en el fango de la desesperanza. Ante ellos recordemos siempre las palabras de José Saramago:
“Se llega a un punto en que no hay nada más que la esperanza y entonces descubrimos que aún lo tenemos todo…”
A la izquierda mexicana le sucedió algo parecido a lo que escribió Mario Benedetti: “Cuando teníamos o creíamos tener todas las respuestas cambiaron todas las preguntas”. Entonces volvemos al origen ¿Qué hacer?
Primero, no seguir el consejo de los necios: aunque gane la fuerza y pierda la razón; o continuar con esa mala costumbre de crear problemas donde no los hay.
Segundo, la base del desarrollo y crecimiento político-social está en la gente.
Tercero, los líderes deben bajar a ras de la tierra para sentir los deseos y críticas de la militancia y de la ciudadanía.
Cuarto, en la vida hay que aprender a soportar las vivencias de los tragos amargos, de andar con la boca seca y superar los estragos y laceraciones de la adversidad. La dulzura de la miel con frecuencia es seguida por la amargura de la hiel.
Quinto, ansiar saciar la sed en medio del desierto de la injusticia. Sanar las heridas dejadas por las espinas que nos clava la insidia y la traición. Levantarse como tenaz andariego. Aprender a volar en los sueños cuando se está despierto. Sobrevivir a las tragedias cotidianas. Guiarse espiritual y físicamente por la fuerza de la esperanza.
Sexto, los grandes cambios a veces vienen precedidos por gran confusión. No es el fin de nuestro esfuerzo sino un nuevo principio. La nueva esperanza es el paso cierto, es la ruta de la transición. La actual coyuntura es una oportunidad. Las crisis también son la ocasión para desechar lo inviable y darle viabilidad a lo positivo. No nos mueve la ingenuidad, sino la estrategia; lo que no vemos pero sentimos. Alimentar con obras y palabras en el trabajo de campo para propiciar educación política, formación ideológica y elevar el grado del compromiso y las convicciones cooperativas.
Séptimo, no permitamos que la oscuridad penetre en nuestras filas, preservemos el optimismo.
El que no quiere irse espera. Se hace amigo de la paciencia. Le pide le acompañe para que la soledad no lo impaciente. El tiempo mide la magnitud de lo que se anhela. Es le parámetro, el indicador de la tenaz resistencia contra el polvo del olvido y las cenizas que va dejando a su paso el desconsuelo.
Una larga temporada puede ser también un fugaz instante cuando la fe mantenida recibe su recompensa.
El inventario de las pérdidas conspira para debilitar a la confianza, alimenta con sabores ácidos al estómago voraz de la duda.
Nace la angustia cuando reina la incertidumbre. El temor estremece a la certeza, entonces se expande el extravío. Deambulan los que pierden la dulce calma del temple frío. Vagabundos carentes de fuerza espiritual dominados por el escepticismo que esteriliza.
Paralizada la voluntad languidece la capacidad de ser y de creer. Enclaustrados en el reclusorio del hastío se puede hundir el individuo en el negro y profundo pozo de la frustración.
El conformismo que se adapta a la rutina inmóvil enmascara las grietas que surcan el rostro agrio de la depresión.
Cuando las personas tienen pocos motivos para cortejar a la alegría se quedan a vivir con la tristeza. Son los inquilinos que habitan los edificios grises de la melancolía.
Deprimida la energía vital del optimismo los aletargados arrastran tras de sí la pesada y larga cadena eslabonada delmiedo.
Los gritos demandando auxilio rebotan en las paredes del egoísmo, de la inhumana indiferencia.
Secas las lágrimas por el viento de la inclemencia, enjutan al carácter. El tornado que era se vuelve pequeño remolino. La entereza yace vencida por la cobardía, esa tímida voz nos malaconseja congelando iniciativas y atrevimientos.
El corazón endurecido no irriga lo suficiente para que sean plenos los sentimientos. Las azolvadas arterias de los desvalidos los vuelven impávidos incluso ante su propio dolor.
Cuando un pueblo adolece de abulia es como si una embolia social lo discapacitara. Un trombo cuajado de abusos e injusticias impide que circule la sangre que oxigene al ánimo social.
Cansado de sufrir, de no obtener respuestas positivas el hartazgo propicia el paso a no esperar más. Es cuando la desesperación enciende la chispa de la violencia y de la autodestrucción.
Prófugo el amor al prójimo el odio, se enseñorea por los caminos de la vida y también de la muerte. Ni siquiera un golpe de suerte nos aparta de las veredas espinosas del desasosiego.
Puertas falsas se ofrecen para dar saltos al vacío. Las rutas perversas de maldad y encono donde la satisfacción insana se produce al aplastar al débil.
Los derrotados han sido aguijoneados por el escorpión de la pereza mental. En sus venas circula el enmohecido veneno de la desidia, de la apatía.
Contaminan su entorno los ciegos que no desean ver la luz del faro, los sordos que no quieren escuchar las proclamas, los mudos que renuncian a protestar y únicamente gesticulan primitivamente.
El duelo prolongado entume al cuerpo y desdibuja la personalidad. Vuelve sombra lo que era brillo.
Los adoloridos por las desapariciones forzadas se debaten entre la infinita búsqueda o la resignación impuesta.
El que no sacia su apetito ni mitiga su sed con frecuencia no alcanza a razonar que su desamparo deviene de los atávicos abusos de las dinastías ávidas de lo superfluo e insaciables voraces opulentos.
Lo orfandad que por las noches se apila en los sombríos recovecos de las ciudades se vuelve oferta barata para los estratos del sicariato y ofrenda precoz para la Santa Muerte.
La enfermedad es el uniforme percudido que muchos vestirán hasta su último respiro.
El presidio de la ignorancia es la condena perpetua que se le dictó como pecado original a quienes desafortunados nacieron en la extrema pobreza.
Hay quienes padecen de frío espiritual durante todas las épocas del año. Otros que perecen sin dejar huella por que han sido desheredados de su destino.
Por doquier hay cuevas donde agazapado con el sólo brillo de su torva mirada se esconde el lobo del hombre.
Los esclavos del trabajo mal remunerado prefieren su esclavitud a la libertad destructiva del desempleo.
En algo se parecen los truncos jóvenes y los decrépitos precoces: en su mirada opaca. Son personajes mortecinos. Esbozos de lo que pudo haber sido y de lo que ha dejado de ser. Son anacoretas, ermitaños que languidecen rodeados de multitud.
Las honda raíces que nutren al árbol sepia de la desesperanza extraen su droga de la desigualdad. Reniegan de la existencia es la autoflagelación del inocente que siente culpa.
¿Culpable de qué?
¿De mal vivir?
Por la carencia de oportunidades por el racismo, la discriminación, el machismo y el creciente alcoholismo se incrementa la violencia atroz cotidiana que sufren las mujeres hasta el extremismo bárbaro de los feminicidios.
La inmundicia neoliberal tiene como algunos de sus más vividos engendros: la pederastia, la pornografía, el tráfico de órganos y la trata de personas.
Ante este negro panorama ¿Qué nos queda por hacer?
Como escribió Dante Alighieri en La Divina Comedia: En las puertas del infierno ¿abandonar toda esperanza?
Claro que no. No podemos morirnos antes de que el corazón deje de palpitar. Tengamos la claridad de que encontraremos el camino que conduce a la buena ventura. Ese sendero no es el que señalan los del PRI o los del PAN. Ellos son del mismo corral y llevan el mismo herraje. Aunque ahora se nos presenten reciclados recordemos que hasta la basura se recicla.
Nuestros líderes tienen que señalar el camino: estudio en la duda y acción en la nueva esperanza.
Con ejemplo de sencillez y humildad. Demostrando intensa actividad y fortaleza que no la mella ni el agua ni el sol. Como dicen en Durango: “Trabajando en veces sí y en veces también”. Sabiendo que toda carrera por larga que sea comienza con el primer paso. Ajustándose a la nueva circunstancia: antes los líderes naturales buscaban a los partidos, ahora son los partidos a los que les urge convencer y sumar a los líderes naturales.
Tenemos nuestra ala eminentemente política pero nos hace falta nuestra ala social. La sabiduría maya dice: “Utial u pajtal u K’aabe xiik’”. Para que un pájaro pueda volar necesita las dos alas.
“Wa chen un p’eel ku luubo”. Si solo usauna se cae.
Convoquemos a un gran frente político-social que sea la referencia orgánica y programática del conjunto del movimiento social, sindical, rural, indígena, juvenil y ciudadano. Terminemos con la dispersión de esfuerzos y la fragmentación regional o sectorial. Un esfuerzo nacional tolerante alejado de las ideologías sectarias. Convocante de una insurgencia cívica que incluya a los trabajadores no asalariados, a los ambientalistas, intelectuales, comunicadores, empresarios, profesionistas y comerciantes.
Con desempleados y pensionados integrantes de organizaciones no gubernamentales y trabajadores agrícolas. Migrantes, defensores de los derechos humanos y familiares de desaparecidos o presos políticos, tejamos una gran alianza tendiente a resolver las demandas particulares pero también impulsoras del cambio pacífico de gobierno.
Ahora que la heredera de la alta traición en alianza con Cuauhtémoc Gutiérrez dirigirá al PRI en el DF, retomemos las riendas del trabajo político en la capital del país para que la izquierda siga siendo gobierno en esta gran urbe. Aquí en la Ciudad de México el reto no es qué izquierda es la minoría más grande. Es menester un rencuentro unitario de todas las izquierdas capitalinas para lograr la reforma política de la metrópoli mediante la integración electa de manera proporcional de un Congreso Constituyente en el cual todos sus integrantes emanen del sufragio y ninguno sea ungido por dedazo.
Para lograr la unidad de las izquierdas en este Valle de Anáhuac, tomemos distancia del pragmatismo oportunista, trepador e inescrupuloso de algunos dirigentes, así como del izquierdismo infantil contestatario y provocador de otros. Ambas conductas únicamente han beneficiado a la derecha bicéfala y sus aliados, le han permitido una sobrerrepresentación en demérito de la voluntad ciudadana manifestada en las urnas. Es la hora de rectificar el rumbo. La capital sigue mayoritariamente el camino de la izquierda. Trabajaremos para que así siga siendo.
El país todo sea nuestra escuela de cuadros. Generemos dinámicas positivas para atraer simpatizantes. Que sus creencias no las canjeen por dinero o despensas. Fortalezcamos la identidad con el renacimiento de la aurora de la esperanza. Ante el quebranto de la honestidad procuremos el compromiso explícito, ético, firme y leal.
Generemos la inquietud del cambio con alegría, entusiasmo y jovialidad. Ser atractivos para la juventud implica colmar de jóvenes todas nuestras instancias de toma de decisiones para que se comprenda que ellos son el presente y de ellos depende nuestro futuro y no al revés. Que la red social sea el inmenso foro de comunicación horizontal donde nos expresemos pero también recibamos todos los mensajes de alto contenido y fina ironía que ahí circulan.
Que nuestro ambiente al interior de la organización sea armonioso, invite a la participación, a la convivencia comunitaria y del buen vivir.
Para vencer, hay que convencer que el actual régimen es parte del imperio del mal influido determinantemente por la influencia perniciosa y diabólica de Salinas, propagador del miedo, la ansiedad, el desamparo. Tengamos la honestidad valiente de controlar nuestros temores y poner manos a la obra.
Ante la regresión en algunos países latinoamericanos por los conflictos y adversidades electorales de la izquierda, debemos cuestionarnos acerca de si gobiernos de este signo cuando conquistan el poder, aplican políticas públicas que mitigan los males provocados por el capitalismo pero no mina significativamente las bases estructurales en que se sustenta ese modo de producción. Es posible un cambio estructural e irreversible. Profundamente necesario.
Para ganar no sólo hay que apelar a la razón sino al sentimiento. Reivindicar el derecho a la felicidad. Ala prevalencia del amor. Lo anterior pudiera parecer romántico. Pero desde la guerra de Independencia cuando José María Morelos y Pavón, el Generalísimo, promulgó los Sentimientos de la Nación, comprendió que se trataba de una estrategia de conciencias y voluntades.
Seamos practicantes de la cultura del esfuerzo que conjugue experiencia con buen desempeño. Estar conscientes de que cualquier representación conseguida puede dañar si se cae en la enfermedad del poder caracterizada por la soberbia, la corrupción y el olvido de las promesas. Les cambia a algunos legisladores, dirigentes o funcionarios “hasta el modito de andar”, dicen en Chihuahua; ese contagio tan común en la clase política es la revocación del mandato. Que los engreídos sepan que en cualquier momento se les puede destituir para que en la sociedad toda, vuelva a prevalecer la seriedad, la formalidad y la sana costumbre que nos ejemplificaron nuestros antepasados: el respeto al valor de la palabra empeñada.
Exijamos que sean castigados con rigor los crímenes de lessa humanidad. Tengamos el valor, de señalar a aquellos gobernantes coludidos con el crimen organizado. Detengamos la descomposición del tejido social y el proceso de consolidación del narcoestado.
Convencer a la gente del paradigma del buen vivir implica comprender a cabalidad lo que significa desde las extrañas del México profundo. Buen vivir es ambiente fraterno, solidaridad, honestidad, generosidad, espíritu comunitario, vida sana, preservación del medio ambiente, respeto a toda forma de vida.
Que nunca más haya fosas clandestinas como las que se descubren cotidianamente en las más variadas regiones de este México lacerado.
El buen vivir implica acabar con las causas que provocan la inestabilidad emocional, que las carencias pueden terminarse y podamos dar la bienvenida a una vida nueva fundada en el desarrollo económico, la sana alimentación, la preservación de la salud, el empleo y el acceso a la educación.
Nuestra voz sea fuerte e intensa. Seamos un coro cada vez más numeroso repitiendo las palabras del decoro. Anunciemos con voz viva la nueva esperanza, fertilizada en las zonas rurales, bosques, selvas, serranías. Nuestro mensaje incube en las zonas metropolitanas, en las unidades habitacionales, casas de la clase media y zonas residenciales. Haya confianza en que se respetará el patrimonio producto del esfuerzo, del trabajo. Buen vivir implica valorar más a las personas que a sus bienes materiales. Pero también recuperar los valores de la gratitud, la confianza y la credibilidad de los condenados de la tierra. Los marginados de los suburbios, los desposeídos, las víctimas de la política económica vigente quienes paradójicamente han sido y son la base social de donde provienen los votos para que continúe la misma casta gobernando.
La nueva esperanza será un movimiento sólido con alto dinamismo. Irá coleccionando mediante la inclusión pequeñas y grandes victorias. Seremos una red natural con alta implantación social. La fortaleza de un árbol no depende de su follaje sino de la profundidad y alcance de su raíz. Durante muchos años hemos sido labradores de surco político y social. Sembramos las semillas del cambio. Tienen que germinar manteniendo vivas y agitando nuestras banderas.
Pactemos el compromiso jurado de la realización colectiva y personal. Sean las ideas explícitas y la congruencia lo que nos blinde contra el mercadeo de liderazgos basado en la oferta de puestos y canonjías y no en la organización, el buen gobierno y la línea política.
Conforme se alarga el tiempo que transitamos en esta tierra, reflexionamos más en el sentido de nuestra existencia. La imprudencia esa hija de los impulsos nos impele. Poco podemos saber del futuro.
Pensemos con perspectiva: hay personas que se intersectan con nosotros en nuestro ámbito, son fugaces y pueden ser ellos tan irrelevantes para nosotros o nosotros para ellos que la memoria los archiva remotamente y tienden a desaparecer; existen otras influencias que se manifiestan en determinada coyuntura, influyeron y les influimos. Cuando concluye esa etapa nos separamos, optamos transitar por otros senderos, se produce el fin de una interdependencia, así entonces la distancia, la falta de noticias, incluso la desaparición física construyen el túnel pos donde se accede al olvido; sin embargo, las experiencias más significativas son las que nacen y prevalecen de principio a fin, las de los seres más estimados que intensa o intermitentemente nos marcan y las marcamos con las huellas indelebles del amor y el dolor entreveradas. Ahí se localizan los personajes los cuales durante un relativo largo período de tiempo fueron entrañables, íntimos, cercanos ubicados en la esfera cerrada de la confianza pero se fueron para nunca más volver. Sus historias son también las nuestras, el recuento de las vivencias cotidianas prevalecen muy vivas e intensas en la mente a grado tal que se congelan en la neblina de la nostalgia. Sucede que algunas de estas historias son trozadas con el filoso corte de la muerte súbita.
El buen vivir implica darle sentido a la vida en donde lo más importante es lo que está en nuestro interior. Cuando la vida concluye únicamente queda el legado positivo o negativo dejado en los que nos sobreviven. Las más ardientes pasiones van apagándose. Quisiéramos avivar la hoguera con nueva leña que preservara el calor de la vida, pero resulta inútil y sólo quedan cenizas. Cuando alguien estimado desaparece nos aferramos a su recuerdo y negamos incluso a la testaruda realidad.
Supongamos, no como deseo sino como un ejercicio mental y psicológico que hoy, mañana o cualquier día en el futuro remoto fuera el último de nuestro paso por este mundo. Y que lo supiéramos con certeza la mañana de esas fatales últimas 24 horas. ¿Qué haríamos y dejaríamos de hacer?
El buen vivir también significa hacer el bien siempre. Hacer a un lado las malas vibras y actuar positivamente como si fuese lo último que hiciéramos.
Para heredar la impronta espiritual muy adentro de los corazones.
La fortuna más importante del buen vivir no es la magnitud de los bienes materiales sino la riqueza de las alegrías que le regalamos a los demás.
Tengo la esperanza de que así será.
Porque como dijo Rafael Correa: “Nuestro trabajo no es sólo para las próximas elecciones, es para las próximas generaciones”
5 de diciembre de 2015.